martes, 8 de diciembre de 2015

Cuando el neoliberalismo tiembla.

LA GUERRILLA NAXALITA 


Siendo India el segundo país más poblado de la Tierra y una potencia económica en expansión, es sorprendente el desconocimiento que hay en Occidente sobre lo que allí ocurre. Mientras que se jacta de ser la democracia más grande del mundo, fuera de sus fronteras sale a cuentagotas la información sobre el régimen tremendamente violento que allí impera. Un ejemplo de esto es que, con una población fuertemente en contra, firmó no hace mucho, un acuerdo estratégico-nuclear con Estados Unidos por el cual la India se sitúa dentro de la órbita occidental; esto es una aspiración de los viejos terratenientes y los nuevos capitalistas que, a lo largo de varias décadas se ha traducido en la imposición de un inmenso repertorio de políticas neliberales, desmantelando la economía centralizada y privatizando el 65% de lo que eran servicios públicos, tras la caída del bloque soviético.


En 1967, en Naxalbari, estalla la lucha armada dirigida por la fracción roja del Partido Comunista de la India (marxista) [PCIm]. En este primer levantamiento, miles de campesinos y obreros armados con lanzas y precarios fusiles, y alentados por la Gran Revolución Cultural que se estaba dando en China, se levantaron contra los terratenientes, contra el Estado capitalista en desarrollo y contra el imperialismo salvaje que se estaba instalando allí. La política estaba dominada mayoritariamente por la religión hindú y su justificación del sistema de castas, que consideraba (y sigue haciéndolo hoy día) la miseria de la gran mayoría como un castigo y los privilegios de las castas superiores como un premio otorgado por los dioses. De esta forma, las clases dominantes articulan su sistema hegemónico de dominación con la religión y la economía como piedras angulares de su sistema y consiguen una herramienta eficaz de control social. Además, y como pasa en tantos demasiados lugares, las mujeres se llevaban la peor parte. Eran condenadas al analfabetismo y la ignorancia, a los matrimonios desde niñas, al servicio sexual de sus maridos o “dueños” y, por supuesto, se las reservaban los trabajos más duros y desagradables.

Lo que la guerrilla popular planteó, fue una salida a estas situaciones tan insoportables y muchas y muchos se unieron a ella consiguiendo que, lejos de ser un levantamiento aislado, continuó su crecimiento imparable. Por un lado se crearon diversos comités campesinos, que se encargaban de asaltar y requisar tierras de los señores feudales; de esta forma, en apenas 10 años, los naxalitas habían prácticamente eliminado el régimen de servidumbre feudal de la India. Paralelamente y en las tierras ocupadas, la guerrilla comenzó a promover la creación de escuelas primarias y centrol de asistencia sanitaria básica para la población pobre más recluída; asimismo, se mejoró de forma radical la situación de las mujeres, tanto es así que se estima un porcentaje cercano al 65% de mujeres entre las filas de la guerrilla, incluyendo los principales puestos de mando. Todo esto continuó avanzando hasta nuestros días: En 2007 el gobierno indio reconocía que los naxalitas actuaban en 16 de los 28 estados y, en 2014, volvió a reconocer su presencia 21 de los estados y un control absoluto de, al menos, el 14% del territorio (territorios gestionados por la administración naxalita donde no hay funcionarios ni fuerzas gubernamentales).

Actualmente, la acción de la guerrilla se centra, fundamentalmente en las llamadas “Zonas Económicas Especiales” (en posterior, ZEE) que está poniendo en marcha el gobierno. Son áreas en las que las empresas no pagan impuestos, gozan de ventajas fiscales y económicas para favorecer la productividad y donde se puede eludir la legislación normal del país en materia laboral, sindical. Estas ZEE están provocando el desplazamiento de sus hogares de decenas de miles de habitantes del campo, artesanos y pequeños comerciantes, que pierden su único medio de vida.  Es precisamente es en estos sectores, de pobres entre los pobres, donde más éxito está alcanzando el trabajo político naxalita. El resultado ha sido claro: su creciente expansión por toda India. Así, la guerrilla naxalita de la India, que comenzó como un pequeño movimiento local campesino, se ha convertido, no sin consecuencias para sus miembros, en una amenaza para el neoliberalismo y las políticas capitalistas en la India.

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